“EFECTO MOZART”
"Gordon Shaw publicó su último estudio en 1999, en el que se demostró que los estudiantes que tocaban el piano mostraban puntaciones de un 27 por ciento por encima de lo normal, frente al resto de sus compañeros"
Se ha comprobado que este efecto beneficia a los bebés pues la música de Mozart los hace más inteligentes. Se llegó a estas conclusiones desde diversos frentes, que pasamos a analizar y a desvelar si realmente está comprobado el “Efecto Mozart”.
¿Qué tiene Mozart que no tengan los demás?
Ha habido muchas pruebas con música de otros compositores que no dieron los mismos resultados que Mozart, salvo excepciones.
Los beneficios de la música, en especial algunas piezas de Mozart, podrían deberse a las pulsaciones por minuto que tiene y a las frecuencias altas de los instrumentos, ya que cambian el estado del cerebro (especialmente en aquellas zonas relacionadas con el hemisferio derecho, donde radican las funciones espacio-temporales) y lo hacen más receptivo.
La música de Mozart con respecto a la de otros compositores posee unas propiedades distintivas: los sonidos de sus melodías son puros, precisos, son altamente armónicos, los ritmos, las propias melodías, la métrica, el tono, el timbre y las frecuencias de su música parece que estimulan el cerebro humano, activando nuestras neuronas.
No toda la música de Mozart produce estos efectos: parece ser que la que consigue mayor incidencia a nivel cognitivo es la que posee frecuencia alta, como la Sonata para Dos Pianos en Re Mayor (también conocida como K448) o los Conciertos para Violín 3 y 4.
Dos investigadores estadounidenses, Huges y Fino, sometieron un amplio rango de música al análisis por ordenador, incluyendo a Mozart, Bach, Chopin y otros 55 compositores. Lograron encontrar una repetición periódica de ciertas ‘ondas musicales’ a largo plazo (una media de 30 segundos) presente en Mozart y en dos piezas de Bach.
Todos estos componentes presentes en la música de Mozart influyen en la concentración, la atención y la memoria, y en el proceso del aprendizaje. Pero, ¿nos hace mas inteligentes?
Los antecedentes: el método Tomatis
El efecto Mozart se popularizó en los años 90, pero ya en la década de 1950 un autor empezó a investigar acerca de los beneficios de la música clásica. Alfred Tomatis fue el que acuñó el término “efecto Mozart”. Estudió durante 40 años los efectos de la música en el cerebro, desarrollando el método Tomatis.
Alfred Tomatis utilizó las melodías del compositor austríaco para tratar patologías de diferente índole en niños y adultos discapacitados. Su trabajo fue reconocido por la Academia de las Ciencias y Medicina de Francia, y actualmente existen centros de tratamiento Tomatis en Estados Unidos, Europa y América Latina.
El neurobiólogo Gordon Shaw es uno de los “padres” del Efecto Mozart, que apuntaba a principios de los años 90 que la actividad musical refuerza las vías neuronales implicadas en las habilidades espacio-temporales de la corteza cerebral. La escucha de música activa varias áreas cerebrales.
Uno de los estudios más populares acerca del nivel intelectual de los oyentes, fue el realizado en 1993 por Gordon Shaw y otra investigadora de la Universidad de Wisconsin (EEUU), la psicóloga Frances Rauscher. Hallaron que en ciertos tests de inteligencia se observaba una pequeña y temporal elevación de la puntuación al escuchar 10 minutos de la música de Mozart.
En concreto, los estudiantes lograban gracias a esta breve exposición a Mozart un mejor razonamiento espacio-temporal, pero este efecto positivo dura unos 10 minutos y hasta 24 horas si el menor es expuesto a la Música de Mozart por un largo tiempo.
En las salas contiguas otros dos grupos de compañeros realizan idénticas pruebas, con la única diferencia de haber pasado esa decena de minutos escuchando cintas de relajación unos, y en absoluto silencio otros. Las puntuaciones resultaron ser de 8 a 9 puntos superiores después de escuchar a Mozart frente al resto de las situaciones.
El famosos estudio fue publicado en 1993, en la revista “Nature”. Enseguida esta teoría se popularizó.
Estudios posteriores de Shaw y Rauscher que confirmaban el Efecto Mozart
Dos años más tarde, Rauscher y Shaw ampliaban sus resultados publicando un estudio en el que 79 jóvenes eran sometidos a una nueva prueba. También los que escucharon Mozart mostraban resultados mejores que otros grupos.
En 1999, el doctor Shaw y su colega neurobiólogo Marc Bodner usaron imágenes obtenidas por Resonancia Magnética para crear mapas de la actividad del cerebro en su respuesta a tres tipos de música (pop de los años 30, “Para Elisa” de Beethoven y Mozart).
Solamente el escuchar a Mozart se activan ciertas áreas involucradas en la coordinación motora fina, la visión y otros procesos superiores, todos con un papel destacado en el razonamiento espacial.
Rauscher también repitió experimentos con niños de entre 3 y 4 años y los efectos beneficiosos permanecían inalterables 24 horas después de concluir sus lecciones musicales. Esta mayor duración de los efectos frente a los experimentos anteriores (sólo 10 minutos) fue atribuida a la mayor plasticidad del cerebro infantil y a la larga exposición a la música.
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